El jinete insomne
Friday, December 14, 2007
El retrato de Oscar Wilde
Wilde se sentía mucho más identificado con su madre: tenía su misma dignidad y compostura y de ella heredó una generosidad sin límites, su pasión por la elegancia expresiva y su afición a los vestidos suntuosos y poco usuales, actitudes que bien podrían explicar en parte sus actitudes sexuales.
Los años de formación los pasó en la Escuela Real de Portera (entre 1864 y 1871), y luego en el Trinity College de Dublin (desde 1871 hasta 1874). Entusiasta de las lenguas clásicas, rehuía las ciencias. Su tutor del Trinity College le inculcó el gusto por la antigüedad clásica y con él haría dos cruceros por el Mediterráneo, uno a Italia y otro a Grecia. El arte de la conversación, su inclinación por la sociedad noble y su postura de snob encontraron en Wilde el terreno propicio. Con un premio en forma de beca empezó la carrera en la universidad de Oxford, en donde orientó su pasión hacia el esteticismo en las artes y la belleza.
Dos fueron los maestros cuya personalidad y escritos influyeron a Wilde: el escritor, crítico de arte y sociólogo británico John Ruskin (1819-1900), y el escritor e historiador del arte inglés Walter Horatio Pater (1839-1894). Ruskin sostenía que la pintura, como el arte en general, es un lenguaje noble y expresivo, cuya misión principal es la de edificar al observador; que el grado de edificación constituye, a su vez, la escala por la que ha de medirse tanto el arte como el artista y que, por lo tanto, la belleza sólo surge y ha de apreciarse como producto de lo bueno y de lo puro y sólo un hombre bueno puede ser un artista verdaderamente importante.
Si para Ruskin todo lo bello tenía su origen en lo bueno, Pater partía de la idea de que el concepto de belleza es relativo y estudiaba los efectos que la obra de arte operaba en el observador. Por ello analizaba las distintas impresiones, en cuya percepción consiste la tarea del crítico de arte, llegando a la conclusión de que su formación crece a medida que va afinando su sensibilidad a aquellas impresiones.
Aparte de la estética, otra faceta empezó a destacarse en el carácter de Wilde: la capacidad para calcular fríamente y la habilidad para los negocios, ambas al servicio de su ansia de aplauso, que necesitaba no sólo para satisfacción personal, sino también para subsistir.
Wilde se presentó al mundo como profesor de estética y arte, título que él mismo se había conferido. Se estableció en Londres y empezó el enfrentamiento con la sociedad inglesa, con ese poder que en los quince años siguientes le alzaría al triunfo para más tarde hundirlo en la miseria y en el olvido. Esa sociedad fue tanto su adversario como su aliado. Poco a poco, el autor se fue dando cuenta de que dicha sociedad sólo estaba dispuesta a tolerarlo si la entretenía, de que la forma más fácil de entretenerla era divertirla y de que la mejor manera de divertirla era ponerle un espejo ante el rostro y burlarse de ella.
Con el tiempo se estableció entre Wilde y la sociedad de su época una relación dialéctica: cuánto más la celebraba el escritor, más se burlaba ella de él, hasta que por fin ésta se vengó y lo aniquiló. Pero eso ocurrió quince años después; antes Wilde le estuvo haciendo la corte para que lo aceptase: tuvo que establecer amigos, relaciones sociales y trato con famosos actores para mostrar su ingenio. Pero su ansiado éxito no llegaba ni tampoco los ingresos seguros.En junio de 1881 apareció su primera antología poética y en diciembre emprendió un viaje de conferencias a Estados Unidos que duraría un año. La invitación no se debió a su fama de poeta sino a su renombre de apóstol del esteticismo, pero esa invitación halagó sus ambiciones y le ofrecía ventajas económicas. Con el dinero ganado en Norteamérica se pudo permitir un viaje de tres meses a París, aunque allí no tuvo éxito.
En 1883 regresó a Londres y comenzó de nuevo a buscar una base material para su existencia. Lo primero que consiguió fue un viaje de conferencias por las provincias inglesas, en las que habló de los mismos temas que en su viaje norteamericano. A partir de 1885, tras fallarle las gestiones para ser nombrado inspector de enseñanza, colaboró regularmente como crítico en varias revistas, y aceptó el encargo de dirigir y renovar la revista mensual "Lady's World", la que, según rezaba en un editorial, "debería convertirse en el órgano unánime de la opinión de la mujer sobre todos los aspectos de la literatura, el arte y la vida moderna y, al mismo tiempo, debería ser una revista que los hombres pudieran leer con placer". Esa experiencia duró dos años, pues en octubre de 1889, Wilde abandonó la dirección y un año más tarde la revista desapareció.
En 1884 se casó con Constance Mary Lloyd, hija de un consejero de la reina y la dote de ella permitió a la pareja vivir en un lujo relativo. La mentalidad burguesa de sus suegros mantuvo muy lejos a la familia del nuevo pariente. Wilde, a pesar de todo, fue un buen padre. Mimaba a sus hijos Cyril y Vyvyan, jugaba con ellos y les contaba historias del fondo inagotable de su imaginación. Se conoce poco sobre el distanciamiento de Wilde de su esposa, una mujer sin sentido del humor, pero segura y fiel. "A mí me mataba de aburimiento la vida matrimonial", confesó Wilde alguna vez. La necesidad de amoldar su vida al ritmo de la de otras personas, la monotonía del hogar y la falta de estímulos intelectuales no iban de acuerdo ni con su espíritu ni con su temperamento. También resulta difícil establecer la época en la que empezó a sentirse atraido por los amigos. Parece que surgió después del nacimiento de su segundo hijo en 1886, primero como una atracción espiritual y más tarde física. La amistad de Wilde con lord Alfred Douglas (1870-1945), Bosie, se alimentó de jugueteos con pasiones prohibidas, del ansia de novedades, de estímulos constantemente renovados, de excitaciones estéticas y de inspiración poética.
En 1890 publicó la que sería su única novela: "The picture of Dorian Gray" (El retrato de Dorian Gray), en la que un joven agraciado dedica su vida de eterna juventud a la búsqueda cada vez más intensa de la belleza, de las alegrías sensuales, del vicio y del crimen, a la vez que su doble, un retrato, va registrando las huellas que deja esa vida. La belleza y la juventud de su amigo Bosie fascinaban a Wilde, y también el hecho de que fuese de familia noble (era hijo del marqués de Queensberry). Aunque Wilde tenía necesidad de la presencia de su joven amigo, pidió a su madre encarecidamente a finales de 1893 que lo enviase unos meses al extranjero: "Me parece que el estado de salud de Bosie no es bueno. Duerme mal, está nervioso y bastante histérico. Me parece que ha cambiado mucho. Su vida actual sin meta alguna parece trágica y dolorosa". Pero lo que movía a Wilde en este caso no era sólo la preocupación por el estado de salud de su amigo, sino también el deseo de escribir un drama para el que ya había firmado un contrato: "An ideal husband" (Un marido ideal). La amistad con Douglas coincide con el periodo más productivo del autor. Antes de hacerse amigos habían aparecido cuatro relatos: "The Canterville ghost" (El fantasma de Canterville, 1887), "The happy prince" (El príncipe feliz, 1888), "Lord Arthur Savile's crime" (El crimen de lord Arthur Savile, 1891) y el ya citado "El retrato de Dorian Gray", pero en 1891 publicó la colección de ensayos, "Intentions" (Intenciones), la colección de cuentos, "A house of pomegranates" (La casa de las granadas) en la que sigue hablando de amor y belleza, pero ahora enlazados con el amor, el pecado y la crueldad, y los dramas "Lady Windermere's fan" (El abanico de lady Windermere, 1892), "A woman of no importance" (Una mujer sin importancia, 1893) y "Salomé. A tragedy in one act" (Salomé. Una tragedia en un acto, 1894) con ilustraciones del genial ilustrador inglés Aubrey Beardsley (1872-1898). En estas obras aparece la figura del inconformista, el que no acepta las leyes establecidas, se siente culpable, sufre por el menosprecio de la sociedad y termina aceptando sus leyes, elementos a los que se agregaría la burla hacia esa sociedad en "The importance of being Ernest" (La importancia de llamarse Ernesto,1895).
Los primeros relatos de Wilde ya contenían el material fundamental que más tarde iría apareciendo en todos sus cuentos y comedias: la acción siempre se desarrollaba en las capas más altas de la sociedad. Si en algún caso había una incursión en las capas bajas, éstas siempre aparecían desde la óptica de las capas más altas. Siempre aparecía la nobleza, tan elegante como aburrida, a la que podía tener acceso algún artista, o incluso un norteamericano, sobre todo si era rico. Los personajes, por lo general, eran figuras anodinas, gente hermosa pero estúpida.
A todo esto, Wilde había intervenido en una querella en que padre e hijo, el marqués de Queensberry y lord Alfred Douglas, estaban enzarzados por razones familiares y personales. El marqués le dejó a Wilde una nota en la que lo acusaba de sodomita. Wilde entabló una demanda contra Queensberry y la reacción inmediata de la opinión pública se puso de parte del padre que quería defender a su hijo de la nefasta influencia de un amigo de duosa moral y le condenó. Esta condena alcanzó tanto al hombre como al artista: se retiraron sus obras de los carteles y sus libros de las librerías. Además, el 25 de mayo de 1895 la justicia lo condenó a dos años de trabajos forzados. Wilde, a diferencia de su amigo, no aprovechó el periodo del proceso para abandonar Inglaterra. Pero la noche que salió de la cárcel abandonó Inglaterra para no volver, se peleó con los pocos amigo fieles por lo mal que habían llevado sus asuntos y no volvió a escribir, excepto "The ballad of Reading gaol" (La balada de la cárcel de Reading, 1898), escrito en Berneval, Francia, muy poco después de salir de prisión, y publicado anónimamente en Inglaterra. Es un poema en el que retrata la dureza de la vida en la cárcel y la desesperación de los presos, con un lenguaje bello y cadencioso. Quizá no fue la prisión la que destrozó al artista, sino el escándalo que lo aisló. Wilde pasó el resto de su vida en París, bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth. Allí, y de la mano de un sacerdote irlandés de la Iglesia de San José, se convirtió al catolicismo el 30 de noviembre de 1900, poco antes de morir de meningitis en el "Hotel d'Alsace".
Saturday, November 24, 2007
Stephen Crane, el padre de la novela corta norteamericana
Eca de Queiroz o cómo despertar a un cerdo adormecido
Hacia 1870 triunfó en Portugal una nueva generación de intelectuales renovadores de los gustos estéticos, con una amplia formación europeizante, que superó los limites y el aislamiento portugués. Ganó de este modo una generación combativa, una literatura militante cuyos autores más representativos fueron Teófilo Braga (1843-1924), Antero de Quental (1842-1891) y Eca de Queiroz.
José María Eca de Queiroz nació el 25 de noviembre de 1845 en Póvoa de Varzim, en la región del Miño, al norte de Portugal. Hijo de un magistrado, fue a la Universidad de Coimbra a estudiar Derecho; su estancia allí le servió más tarde para sus asuntos profesionales y literarios, que discurrieron unidos. Además de conocer allí a sus compañeros de generación o de tendencia poética, sus estudios le servieron para trabajar como cónsul en La Habana (1873), en Newcastle (1874/1876), en Bristol (1876/1888) y en París (1888/1900), donde recibió influencias literarias decisivas. Sus prolongadas estancias fuera de Portugal le permitieron ver con ojos nuevos la situación de su país, con el que se mostró muy crítico, vocación que cultivó desde muy pronto en periódicos y revistas tan prestigiosas como la "Gazeta de Portugal", el "Diario da Noticias" y el "Distrito de Évora". Estando en París, Flaubert se convirtió en su modelo, abandonando a Edgar Allan Poe (1809-1849), a Heinrich Heine (1797-1856), a Ernest Hoffmann (1776-1822 y a Víctor Hugo (1802-1885), escritores idolatrados en su juventud e inspiradores de las fantasmagorías macabras de "Prosas Bárbaras" (1867), un libro que reunía sus primeros trabajos publicados en la revista "Gaceta de Portugal". Admiraba a Emile Zola (1840-1902) y a Honoré de Balzac (1799-1850), y pretendió seguir el camino trazado por ellos, utilizando su ritmo, su claridad, su pulcritud, su estilo, su estética y su perfección.
Eca de Queiroz fue el introductor en Portugal del realismo literario y el consolidador de la novela moderna. Su estreno fue "El crimen del padre Amaro", publicado en 1875 en forma de folletín en la "Revista Occidental", en la que definió al realismo haciendo un profundo llamamiento a la sociedad y a toda la vida contemporánea, pintando cruda y sinceramente lo feo y lo malo sin ocultar ningún detalle. Su realismo, sin embargo, estuvo siempre impregnado de un tono irreal, nebuloso y romántico, como en "El Mandarín" (1879) y "El tesoro" (1887). Era un realismo bastante exagerado y deformado por sus ansias críticas y su afán educador.
En su obra se percibe una crítica social, una censura a la sociedad de su tiempo, denunciando ciertos vicios y acusando a los ciudadanos de ciertas costumbres, acudiendo a la utilización de la ironía y ayudado las más de las veces por caricaturas que sustituían a los personajes. Toda su obra es una constante y violenta condena de los hábitos y de los vicios burgueses en la segunda mitad del siglo XIX, tal y como él los veía. Y lo hizo caricaturizando, cayendo deliberadamente en la exageración, con la esperanza de que la ridiculización surtiera un efecto moralizante y educativo. Hay en su vida dos etapas literarias bien definidas: una primera época que abarca aproximadamente de 1866 a 1871, con obras como "Memorias de una horca" (1866) y "El misterio de la carretera de Cintra" (1870), en la que predomina todavía la influencia romántica, aunque ya se percibe su conciencia crítica y su capacidad de denuncia de las bajezas humanas; y
una segunda época, de 1871 a 1900, que incluye "Los Maias" (1888) y "Una campaña alegre" (1890), en las que quiere reformar los hábitos y hasta el pensamiento de sus contemporáneos y donde el indecoro y la inmundicia son los principales temas de su realismo. En 1878, en su segunda etapa literaria, la del realismo militante, la que definiría su carrera literaria, escribió: "Simplemente, lo que quiero hacer es dar una gran descarga eléctrica al enorme cerdo adormecido (me refiero a la patria)". Es evidente que tenía una visión pesimista de los asuntos nacionales portugueses.
El escritor de estilo pulcro, cuidado, meticuloso, moroso, detallista en las descripciones, a veces lento y monótono en el desarrollo de la acción, cuya obra fue traducida a más de veinte idiomas, murió el 16 de agosto de 1900 en París.
La rueda de argumentos de Edgar Wallace
Más tarde fue adoptado por George Freeman, un mozo del mercado de pescado de Billingsgate. Abandonó definitivamente la escuela a los doce años, si bien a partir de los once sólo asistía a clase parcialmente, pues se ganaba la vida vendiendo periódicos. Desde entonces hasta los dieciséis años trabajó sucesivamente en varias imprentas, en una zapatería, en una fábrica de impermeables, como cocinero en un buque, como albañil y como repartidor de leche, para enrolarse luego en el ejército, sirviendo seis años en Africa del Sur, donde fue, sucesivamente, corresponsal de la agencia Reuter (1899/1900), del "Daily News" (1901) y del "Daily Mail" (1901/1902).
A los veinte años de edad publicó un tomo de versos, pero después se dedicó principalmente al género novelesco, con lo que alcanzó pronto gran popularidad. Escribió varios millares de relatos cortos, una veintena de comedias e infinidad de artículos de carreras de caballos y crítica teatral, además de ciento cincuenta novelas, en la mayoría de las cuales el protagonista es el invesigador privado Reeder. Se destacan entre sus escritos: "The four just men" (Los cuatro hombres justos), "The man who bought London" (El hombre que compró Londres), "The green archer" (El arquero verde), "The angel of terror" (El ángel del terror), "The twister" (El tortuoso), "The secret house" (La casa secreta), "The man who was nobody" (El hombre que no era nadie) y "The door with seven doors" (La puerta de las siete cerraduras) entre tantos otros.
Durante algún período en los años veinte, se vendían 5.000.000 de ejemplares de sus libros al año: uno de cada cuatro vendidos en Londres era suyo. Al mismo tiempo llegaron a representarse simultáneamente hasta seis comedias suyas en los escenarios de la capital británica.
Aunque los antecedentes de la literatura policíaca son antiguos, fue sin embargo a mediados del siglo XIX cuando, merced al crecimiento de las aglomeraciones urbanas, al desarrollo de la prensa y al nacimiento de la policía científica, el género comenzó a adquirir rasgos definidos y muy diferenciales. Edgar Allan Poe (1809-1849) puso sus cimientos, particularmente, con "Los crímenes de la calle Morgue" que introdujeron al investigador C. Auguste Dupin. Otros siguieron este camino, es decir, articular la trama en torno al detective protagonista. El máximo esplendor se produjo en la escuela anglosajona, con el británico Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del detective Sherlock Holmes y sus compatriotas Gilbert K. Chesterton (1874-1936), creador del Padre Brown y Edgar Wallace con su ya mencionado, investigador Reeder.
En Francia fueron Emile Gaboriau (1832-1873) y Maurice Leblanc (1864-1941), creador del elegante ladrón Arsenio Lupin, quienes impusieron el género, juntamente con Pierre Souvestre (1874-1914) y Marcel Allain (1885-1969), autores de la serie "Fantomas", iniciada en 1911. El desarrollo de la prensa sensacionalista y el nacimiento del cine en episodios en 1908, acrecentaron el interés del público hacia este género, particularmente en Estados Unidos, donde proliferaron las "detective stories".
Edgar Wallace contaba una curiosa anécdota entroncada directamente con la producción literaria que llevó a cabo: ideó, construyó y patentó un artefacto llamado "The Edgar Wallace plot wheel" (La rueda de argumentos de Edgar Wallace), consistente en dos círculos superpuestos. En el de abajo había escritas, no tan al azar como podría pensarse, una serie de líneas argumentales clásicas del género de novela de misterio, como por ejemplo "amnesia", "asesinato", "robo", "herencia", "accidente" o "explosión". El círculo superior, móvil, tenía una ventanita. Cuando el autor se quedaba atascado en alguna historia hacía girar la rueda. Cayera donde cayera, Wallace seguía fielmente los dictados que le marcaba este particular método para vencer la temida página en blanco.
En 1931, en pleno apogeo de su fama como escritor, periodista y director teatral, se presentó como candidato al Parlamento por el Partido Liberal, aunque sin éxito. Ese mismo año se radicó en Hollywood, donde falleció después de escribir para la R.K.O. el guión original de King Kong el 10 de febrero de 1932.
Saturday, November 17, 2007
William Hope Hodgson en los confines del horror
De vuelta a Inglaterra se ganó la vida como fotógrafo y como fisicoculturista. Paralelamente empezó su carrera como escritor con una increíble serie de fracasos: en una carta del 17 de noviembre de 1903, Hodgson le comenta a un amigo que hasta ese momento había recibido un total de 427 rechazos por parte de los editores. Por ejemplo, la obra que le valió la consagración "The house on the borderland" (La casa en el confín de la tierra, 1908) fue rechazada veintiún veces hacia 1905. Su primera obra como escritor profesional fue "The boats of the Glen Carrig" (Las canoas de Glen Carrig, 1907) y la más destacada por la crítica "The night land" (El país de la noche, 1912).
La carrera literaria de Hodgson fue breve; apenas si alcanzó los diez años, pero fue suficiente para publicar varias novelas y decenas de relatos en diferentes revistas de la época.
Su obra guarda el sabor de sus lecturas de H. G. Wells, en donde la descripción de los ambientes encandilan a los aficionados a lo sobrenatural y lo fantástico. Relatos vigorosos, noches lúgubres, mantienen el suspenso hasta el final, creando una obra muy original, con una atmósfera de terror y de delirio. Las visiones, la creación de un clima aterrorizante siempre presente, la apertura a universos de espanto que se yuxtaponen a escala cósmica, que escapan a la percepción normal, pero que son tan reales como el limitado mundo sensorial, marcan su obra.
En las obras de William Hope Hodgson hay temas que se repiten una y otra vez. Francisco Torres Oliver, uno de los más importantes traductores literarios españoles especializado en literatura fantástica anglosajona, señaló la existencia de tres vertientes del horror en sus obras: en primer lugar, se manifiesta a través de "formas pesadillescas, nauseabundas e impías que surgen de los abismos del mundo", en segundo lugar "el drama cósmico" del fin de los tiempos y finalmente "la mordedura de la carne".
La primera vertiente está presente en casi todas sus obras y ejercería una gran influencia para H.P. Lovecraft, quien admiraba a Hodgson. La segunda vertiente aparece en varias de sus otras obras, una visión futurista del fin de los días con un mundo totalmente sumido en las sombras. La tercera vertiente del horror hodgsoniano está en relación con la corrupción física presente en muchas de sus historias, especialmente en el breve y terrorífico relato "The voice in the night" (La voz en la noche, 1907), en donde los protagonistas son gradualmente invadidos por unos hongos que no los destruyen sino que, y aquí reside el verdadero horror, los transforman poco a poco.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, se presentó como voluntario y tuvo que vencer varios diagnósticos médicos adversos para ser admitido como combatiente. Finalmente, logró ser enviado al frente francés en 1917. Estando en un puesto de observación con el grado de Teniente Segundo, fue alcanzado por una granada de obús. Era el 17 de abril de 1918. Su cuerpo fue literalmente hecho pedazos y sus restos nunca fueron encontrados. Tenía entonces cuarenta y dos años.
Friday, November 16, 2007
Surrealismo, sociología y literatura
Para la sociología formalista alemana de Leopold von Wiese (1876-1969), el individuo, frente al proceso social, opta por dos comportamientos opuestos: o se integra al proceso colectivo, a sus particulares modos de vida, a sus instituciones consagradas, a su circunstancia y opera de ese modo un proceso sociológico de asociación o, por el contrario, se desintegra de la comunidad, se segrega de su estilo vital, rechaza la legitimidad de sus instituciones tradicionales y opera, entonces, un proceso sociológico de disociación.
La actitud fundamental del surrealismo obedece a una reacción contra las formas literarias tradicionales y exalta la potencia del instinto frente al imperio de la razón, promoviendo -dentro de la obra literaria- la pérdida de un tema conductor, de un desarrollo lógico y de toda coherencia racional.
Monday, November 12, 2007
Raymond Chandler, un maestro
Durante un cuarto de siglo, los ocho restantes permanecieron sepultados en las oscuras páginas de algunas viejas revistas, hasta que fueron publicados póstumamente.
Para aquel que llegó a ser, junto con Dashiell Hammett (1894-1961), uno de los maestros de la narrativa policial "negra", resulta extraño el hecho de que publicara su primer cuento a los cuarenta y cinco años de edad. Cuando en diciembre de 1933 apareció "Blackmailers don't shoot", Chandler no era más que uno de tantos buenos escritores de la vieja escuela de la revista "Black Mask". Pero al morir, en 1959, su obra ya había sido traducida y publicada en dieciocho países y sus libros eran buscados por todos aquellos que aprecian el arte de escribir ficciones policiales.
Nacido en Chicago el 22 de julio de 1888, Raymond Chandler viajó a Inglaterra en compañía de su madre, siendo todavía un niño. Allí creció y se educó en el Dulwich College, destacándose en el estudio de los clásicos. Cuando llegó a la mayoría de edad, regresó a los Estados Unidos, para pasar luego a Canadá, donde se uniría al regimiento de infantería de la armada británica, los
"Gordon Highlanders". Una vez prestados sus servicios en Inglaterra y Francia en los años 1917 y 1918, regresó a Norteamérica, en donde se dedicó a los negocios. En los primeros años de la década del 30 llegó a ser ejecutivo de cinco compañías petroleras y de no haber sido por la depresión originada por la caída bursátil del año 1929, habría terminado sus días siendo un desconocido cronista de los vaivenes del mundo del petróleo. Cuando la depresión acabó con sus negocios, Chandler se convirtió rápidamente en un escritor de ficción para "Black Mask" y en 1950 reunió sus cuentos y los publicó bajo el título de "The simple art of murder".
Cuando en 1939 publicó su primera novela "The big sleep", Chandler hizo lo que tantos escritores han hecho: volvió a usar parte de su viejo material. Pero a diferencia de éstos, el utilizar parte del material publicado le molestaba enormemente. Cuando una historia era utilizada más tarde en una novela, se convertía, según él, en algo (para usar su expresión) "canibalizado". La única manera posible de justificar este método era sepultando las historias precedentes. Dejar que permanecieran olvidadas en las oscuras páginas de viejas revistas. Así, varias de sus historias jamás se volvieron a publicar en vida del autor.
Sólo un escritor experto como Chandler pudo convertir esos ocho cuentos de origen distinto en tres novelas excelentes.
Una buena parte de su primera novela "The big sleep" (1939) fue escrita basándose en "Killer in the rain" (Black Mask, enero 1935) y "The curtain" (Black Mask, setiembre 1936). Su segunda novela "Farewell my lovely" (1940) se inspiró en "The man who liked dogs" (Black Mask, marzo 1936), "Try the girl" (Black Mask, enero 1937) y "Mandarin's jade" (Dime Detective Magazine, noviembre 1937).En su cuarta novela, "The lady in the lake" (1943), Chandler utilizó material de "Bay City Blues" (Dime Detective Magazine, junio 1938), "The lady in the lake" (Dime Detective Magazine, enero 1939) y "No crime in the mountains" (Detective Story Magazine, setiembre 1941).
El transformar cuentos en novelas es una muestra del talento de Chandler, ya que implica combinar y enriquecer los argumentos, mantener una coherencia temática, suprimir escenas, adaptar, fusionar y añadir nuevos personajes para entretejerlos en una sola trama. A veces repetía párrafos íntegros cambiando alguna palabra aquí o allá, para mejorar la sintáxis y la entonación de la frase, aunque más frecuentemente alargaba las escenas al pasarlas a la novela.
Para transformar cuentos en novelas, Chandler necesitaba también un número mayor de personajes. Así, adaptó, fusionó y agregó nuevos caracteres a los personajes de sus cuentos al llevarlos a las novelas, en lo que se constituyó en un verdadero desafío al ingenio del autor. De este modo fue la creación de su héroe, Philip Marlowe. El principal personaje de todas sus novelas hizo su aparición en "The big sleep" (1939), pero ya había sido gestado en "Blackmailers don't shoot" (1933).